Las respuestas se desencadenan en presencia de determinados estímulos (llamados estímulos discriminativos), de forma que, al manipularlos, se puede aumentar o disminuir la probabilidad de aparición de una conducta. Por ejemplo, un cenicero puede producir el deseo de fumar; así que, para eliminar la adicción al tabaco, el terapeuta hará que se eliminen este y otros objetos que propicien la respuesta de fumar (encendedores, cigarrillos). La cama debe activar una respuesta de sueño, pero cuando se utiliza también para estudiar o ver la televisión, puede dejar de ser propiciatoria de ganas dormir. La intervención, en este caso, sería limitar el uso del lecho hasta la hora de dormir. Esta técnica sirve tanto para aumentar como para disminuir conductas.