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¿CÓMO PUDIERON EQUIVOCARSE TANTO LOS ECONOMISTAS?
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Confundieron la belleza con la verdad
Los economistas celebraban lo que consideraban sus éxitos tanto teóricos como prácticos, pues hubo una amplia convergencia de puntos de vista.
Llegaron a creer que tenían “las cosas bajo control”, incluso la prevención de problemas como la depresión.
Tras la el despertar de la crisis financiera del 2008 se demostró que este pensamiento era equivoco
Defectos y fricciones
Finanzas conductuales; quienes practican este planteamiento ponen en énfasis que, primero, que en el mundo real hay demasiados inversores y casi siempre están sometidos al comportamiento de la manada. Y que, segundo, incluso aquellos que tratan de llevarse por el frio calculo los problemas de confianza y credibilidad los fuerzan a ir con la manada.
Dentro del modelo keynesiano no se ha dejado un espacio para las crisis vividas como en el 2008, ya que este modelo aceptó el punto de vista del sector financiero sobre el mercado eficiente.
Finanzas de casino
Los años setenta estuvieron dominados por la hipótesis del mercado eficiente promulgada por Eugene Fama.
Keynes consideró en los años treinta que era mala idea dejar los mercados en manos de los mercados financieros pues sus especuladores gastaban su tiempo centrado en algo diferente a la toma de importantes decisiones de negocio. Esto recibió el nombre de Finanzas de casino.
Sin embargo, los teóricos de las finanzas se segaron a creer que sus modelos eran esencialmente correctos e ignoraron los avisos de enfrentamiento a la creciente burbuja inmobiliaria. .
En los años ochenta los economistas financieros creían que debían poner el desarrollo del capital de una nación en lo que Keynes había llamado “un casino”. Surgió un modelo teórico llamado
CAPM
que dice como debe elegir la cartera de inversiones y
como poner precio a los derivados financieros.
Recuperando a Keynes
Los mercados financieros distan de mucha perfección, están sometidos a falsas ilusiones extraordinarias y a la locura de mucha gente.
La economía keynesiana sigue siendo la mejor arma que se tiene para afrontar las recesiones y las depresiones.
Se recomienda hacer todo lo posible por incorporar las realidades de las finanzas a la macroeconomía.
De Smith a Keynes
y vuelta atrás
Luego de la gran depresión, se sustentó lo que consideraba Keynes como explicación de lo sucedido y como solución para futuras depresiones. Keynes quería organizar el capitalismo, no reemplazarlo y apelaba a la activa intervención del gobierno.
Los monetaristas, liderados por Milton Friedman, no discrepaban de la idea de Keynes, sin embargo, consideraban que la intervención del gobierno debía ser limitada y restringida.
El nacimiento de la economía se le atribuye a Adam Smith bajo el pensamiento “confía en el mercado”.
Los economistas se dividieron en Neokeynesianos y Antikeynesianos. Quienes seguían creyendo en el papel activo del estado y quienes cuestionaban la confianza en los mercados financieros.
La pelea por el estímulo
El estimulo fiscal Keynesiano reaparece como respuesta al tipo de situación económica depresiva que se estaba presentando y fue implementada en la administración de Obama.
Jhon Cochrane consideró que las ideas keynesianas eran cuentos de hadas, a su vez Brad DeLong rechazó las ideas de Milton Friedman pues parecían muy keynesianas. Casey Mulligan sugirió que el alto nivel de desempleo se debía a que muchos trabajadores optaban por no aceptar trabajos.
La reserva federal abordó la recesión bajando los intereses al 0%, sin embargo, esta medida no fue suficiente, y con los intereses en lo que los macroeconomistas denominaron el
Zero Lower Bound
, la política monetaria convencional perdió todo su atractivo.
Cochrane también declaró que el alto nivel de desempleo era en realidad bueno, de lo cual Paul Kurgman catalogó como una locura.
Nadie podía haberlo predicho...
Algunos economistas, en particular Robert Shiller, identificaron la
burbuja inmobiliaria
y avisaron de sus consecuencias si llegaba a reventar, pero fueron tomados en burla.
Los teóricos financieros se negaban a creer en la existencia de dicha burbuja y afirmaban que se podía mantener la confianza en el mercado inmobiliario, puesto a que estos mercados son menos líquidos.