Hacia 1799 Francia era gobernada por el Directorio, un Poder Ejecutivo de cinco miembros, que era acosado tanto por revolucionarios herederos de los jacobinos como por contrarrevolucionarios que deseaban restaurar la monarquía.
A la inestable situación interna, se sumaba la guerra contra Austria, Prusia y Gran Bretaña, que habían formado una coalición para acabar con la Revolución Francesa y restaurar en el poder a la dinastía de los Borbones.
Napoleón aprovechó la crítica situación para encabezar un golpe de Estado que derrocó al Directorio y lo llevó al poder junto a otros dos dirigentes (Sieyès y Ducos, luego reemplazados por Cambacérès y Lebrún), con quiénes formó el Consulado. Gran parte del pueblo francés apoyó la toma del poder por la fuerza porque creía que Napoleón podría llevar estabilidad política y gloria a la nación francesa.
Pero pronto Napoleón se deshizo de sus socios políticos y concentró en sus manos la totalidad del poder, primero proclamándose cónsul perpetuo y más tarde emperador.*
CONSECUENCIAS
La conquista de gran cantidad de territorios por parte de Francia, que se transformó en la primera potencia europea y que extendió sus límites más allá de los Alpes y el río Rin.
La independencia de Haití (1804), como consecuencia de la decisión de Napoleón de restablecer la esclavitud, abolida por la Convención en 1793. Así, Francia perdió una importante colonia productora de azúcar.
La modificación de los límites internos del continente europeo, ya que Napoleón decretó la desaparición de Estados muy antiguos, como el Sacro Imperio Romano Germánico, y la creación de otros nuevos, como la Confederación del Rin o el Ducado de Varsovia.