4.1 LÍDERES DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO
Precursores de la Revolución
Los más importantes predecesores de la Revolución son los hermanos Flores Magón, en especial Jesús (1871-1930) y Ricardo (1874-1922). Periodistas, activistas y fundadores del Partido Liberal Mexicano (PLM), promovieron ideas anarquistas en México.
Los Flores Magón son actores relevantes en las huelgas que después se consideran prolegómenos de la Revolución, como Cananea y Río Blanco. El PLM fue el origen de los disturbios en ambas ciudades y la causa de las matanzas. En realidad, ni los obreros de Cananea ni los de Río Blanco u Orizaba participan en la Revolución, sino hasta bastante tarde, pero se acostumbra imaginarlos como parte del proceso de transformación en contra del Porfiriato.
Primera revolución
En 1909, rumbo a una nueva reelección de Porfirio Díaz, la disputa política ocurría para el puesto de vicepresidente. Al interior del grupo porfirista había dos grandes candidatos: José Yves Limantour, secretario de Hacienda y Bernardo Reyes, secretario de Guerra.
En 1909, rumbo a una nueva reelección de Porfirio Díaz, la disputa política ocurría para el puesto de vicepresidente. Al interior del grupo porfirista había dos grandes candidatos: José Yves Limantour, secretario de Hacienda y Bernardo Reyes, secretario de Guerra.
En 1909, rumbo a una nueva reelección de Porfirio Díaz, la disputa política ocurría para el puesto de vicepresidente. Al interior del grupo porfirista había dos grandes candidatos: José Yves Limantour, secretario de Hacienda y Bernardo Reyes, secretario de Guerra.
Don Porfirio decidió encarcelarlo para evitarlo, pero Madero logró escapar y dirigirse a Estados Unidos, en el camino publicó el Plan de San Luis, llamando a la insurrección en contra de Díaz.
Aunque al principio Madero no recibió mucho apoyo, porque la Revolución no inició el 20 de noviembre de 1910 como él había convocado, algunos liderazgos se sumaron poco después, sobre todo en Chihuahua, que fue el centro de esa revolución: Francisco Villa, Felipe Ángeles y Pascual Orozco quien fue el líder militar más importante de esa parte de la Revolución, pero después fue menospreciado por Madero y acabó sumándose a Huerta; por eso no es considerado héroe nacional.
Segunda revolución:
La segunda revolución inicia cuando Victoriano Huerta asesina a Madero, el 22 de febrero de 1913. Solamente tres gobernadores de todo el país deciden enfrentar a Huerta. Uno de ellos, Rafael Izábal, gobernador de Sonora, repudia el asesinato, pero sale huyendo a Arizona; el segundo, Abraham González, de Chihuahua, es detenido por militares leales a Huerta y asesinado en el camino a la ciudad de México; el tercero es Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila (estado natal de Madero)
La llegada de Carranza les permite organizarse, porque pueden utilizarlo a él como dirigente, en tanto logran definir su propio orden. Al final, el más importante de esos líderes resulta ser Álvaro Obregón (1880-1928), que fue presidente de 1920 a 1924. Quien tomó la presidencia antes que él, durante seis meses, fue Adolfo de la Huerta (1881-1955), que después fue secretario de Hacienda y esperaba ser sucesor de Obregón, pero fue desplazado por Plutarco Elías Calles (1877-1945); por eso se levantó en armas
Convencionalistas
Cuando Victoriano Huerta fue derrotado por las fuerzas revolucionarias y abandonó el país, el bando de la Revolución se dividió en dos grupos: de un lado los constitucionalistas, sonorenses y coahuilenses alrededor de Carranza, y del otro los demás; este último grupo es conocido como el de los convencionalistas, por la Convención de Aguascalientes, que fue un intento de conciliación entre ambos grupos que no tuvo éxito, pero que fue utilizado por uno de ellos como la base de su legitimidad.
Este grupo de convencionalistas tiene dos grandes líderes: Francisco Villa y Emiliano Zapata. Villa (1878-1923) fue un bandolero chihuahuense que se sumó al ejército revolucionario de Pascual Orozco y tenía un gran cariño por Francisco I. Madero; por eso, cuando éste fue asesinado por Huerta, de inmediato se levantó en armas. Su carisma y liderazgo le permitieron construir el grupo más importante de jinetes en la Revolución, con los cuales controló Chihuahua.
Ambos líderes fueron asesinados por la facción carrancista: Zapata en 1919, traicionado por un coronel que fingió pasarse de su lado; Villa en 1923, cerca de la hacienda que el gobierno le había dado.
Constitucionalistas
Consolidación
Finalmente, la consolidación del nuevo régimen, el de la Revolución, corresponde no a chihuahuenses o sonorenses sino a michoacanos. Ya hemos hablado muchas veces del general Lázaro Cárdenas, quien llega a la presidencia en 1934, logra imponerse al Jefe Máximo de la Revolución (Plutarco Elías Calles), construye un régimen corporativo y finalmente consolida al régimen con la expropiación de la industria petrolera, la derrota del último golpe militar (de Saturnino Cedillo) y la creación del Partido de la Revolución Mexicana.
4.2 MOVIMIENTOS SINDICALES DE LA DÉCADA DE 1950
Antecedentes: Las primeras se notan en la década de 1950, cuando el crecimiento económico se refleja en la urbanización e industrialización del país. Aunque ya con Porfirio Díaz existía industria, durante la Segunda Guerra Mundial hubo un crecimiento importante, ya que Estados Unidos requería muchos materiales para sostener su participación en el conflicto. México no entró a la guerra de manera directa (solo hacia el final y de manera casi simbólica), pero sí aportó tanto trabajadores, como recursos a través de exportaciones.
A inicios de la década de 1950 se presenta el primer gran conflicto al interior del sistema político. El presidente de México de 1946 a 1952, Miguel Alemán Valdés, fue el primero que intentó romper con el sistema construido por Cárdenas. El movimiento ferrocarrilero de 1958 fue dirigido por Valentín Campa y Demetrio Vallejo, ambos del Partido Comunista, quienes lograron obtener fuerza dentro del sindicato ferrocarrilero y promovieron una huelga, que estalló a inicios de 1959.
El gobierno respondió con toda la fuerza, incluyendo al ejército, y detuvo a los líderes, que fueron encarcelados en la prisión de Lecumberri, en donde estarían más de diez años; de hecho, una de las demandas del movimiento estudiantil de 1968 era la libertad de Campa y Vallejo.