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EL INVERSOR INTELIGENTE - Coggle Diagram
EL INVERSOR INTELIGENTE
EL INVERSOR Y LAS FLUCTUACIONES DEL MERCADO
En la medida en la que los fondos del inversor estén colocados en obligaciones de gran categoría con vencimiento a un plazo relativamente corto, por ejemplo, siete años o menos,
El inversor debería ser consciente de estas posibilidades y debería estar preparado para ellas tanto desde un punto de vista financiero como psicológico.
Fluctuaciones del mercado como guía para las decisiones de inversion
Dado que las acciones ordinarias, incluso las de categoría de inversión, están sujetas a fluctuaciones recurrentes y de amplio recorrido en sus precios, el inversor inteligente debería estar interesado en las posibilidades de aprovecharse de estas oscilaciones de péndulo.
actuar en función de la coyuntura y actuar en
función del precio.
Nos referimos al intento de anticiparse a la trayectoria que va a seguir el mercado de valores: comprar o conservar la inversión cuando se considera que la evolución futura será al alza, y vender o abstenerse de comprar cuando se considere que la evolución futura será a la baja.
No tenemos en esta obra el espacio suficiente para exponer con detalle las ventajas y los inconvenientes de los pronósticos de mercado.
Esta disciplina recibe una enorme cantidad de capacidad intelectual, y es indiscutible que algunas personas pueden ganar dinero trabajando como buenos analistas del mercado de valores.
En este sentido, la famosa teoría de Dow sobre las compras y ventas en función de la coyuntura ha sido objeto de una historia muy poco habitual.
¿Quién va a comprar cuando el público en general, siguiendo una señal concreta, se lance a vender para conseguir beneficios?
Debería suponer que está tratando de hacer lo mismo que una innumerable cantidad de personas, y que pretende hacerlo mejor que sus numerosos competidores en el mercado.
No hay ningún fundamento ni en el terreno de la lógica ni en el de la experiencia para suponer que cualquier inversor típico o medio es capaz de anticipar los movimientos del mercado con más éxito que el público en general, del que forma parte.
El metodo de comprar en el punto bajo y vender en el punto alto
el inversor medio no puede tener éxito si trata de aprovechar las variaciones de precio en sus operaciones intentando pronosticarlas.
¿Puede beneficiarse de dichas variaciones después de que hayan tenido lugar, es decir, comprando después de cada bajada importante y vendiendo después de cada subida importante?
Las fluctuaciones experimentadas por el mercado durante un período de muchos años antes de 1950 hicieron que esa idea fuese bastante prometedora.
Entre 1897 y 1949 se produjeron diez ciclos de mercado completos, que iban desde un punto mínimo de un período a la baja del mercado hasta un punto máximo del período alcista de mercado, y de nuevo hasta el punto mínimo del período bajista.
Seis de esos ciclos no duraron más de cuatro años, cuatro se extendieron durante un período de seis o siete años y uno, el famoso ciclo de la “nueva era” de 1921 a 1932, duró once años.
Por lo tanto al estudioso de la historia del mercado de valores podría parecerle que el inversor inteligente debería haber sido capaz de identificar los sucesivos períodos bajistas y alcistas de mercado
para comprar en los primeros y vender en los segundos, y hacerlo en la mayor parte de las ocasiones, con unos intervalos de tiempo relativamente breves.
un nivel de precio
máximo con criterios históricos
elevadas relaciones precio ganancias
educidos rendimientos por dividendo en comparación con los
rendimientos de las obligaciones
abundante actividad de especulación a
margen
numerosas ofertas públicas iniciales de acciones de escasa
calidad.
Planes con fórmulas
En los primeros años de subida del mercado de valores que comenzaron en 1949-50 los diversos métodos de aprovechamiento de los ciclos del mercado de valores atrajeron un interés considerable.
La esencia de todos estos planes, salvo en el sencillo caso del promedio de coste monetario, es que el inversor realice automáticamente algunas ventas de acciones cuando el mercado experimenta una subida sustancial.
Este método tiene el doble atractivo de que, aparentemente, es lógico y de que muestra unos excelentes resultados cuando se aplica retrospectivamente al mercado de valores a lo largo de muchos años del pasado.
Muchas de las personas que aplicaban estos «planes con fórmulas» se encontraron fuera por completo, o casi por completo, del mercado en alguno de los niveles alcanzados a mediados de la década de 1950.
Fluctuaciones de la cartera del inversor
Todos los inversores que tengan acciones ordinarias deben esperar
que su valor fluctúe a lo largo de los años.
El valor general habrá crecido desde un nivel medio de aproximadamente 890 hasta un máximo de 995 en 1966 (y de 985 nuevamente en 1968), cayendo hasta 631 en 1970 y consiguiendo una recuperación prácticamente completa hasta 940 a principios de 1971.
Hemos realizado un seguimiento de las fluctuaciones de precios de otros tipos de carteras de acciones diversificadas y conservadoras, y hemos descubierto que los resultados generales no son excesivamente diferentes de los indicados anteriormente.
Valoraciones empresariales en contraposición a valoraciones del mercado de valores
La repercusión de las fluctuaciones de mercado en la verdadera situación del inversor también se puede analizar desde el punto de vista del accionista que es propietario parcial de varias empresas.
Por una parte, su posición es análoga a la del accionista
minoritario o socio pasivo de una sociedad no cotizada
En este sentido, sus resultados dependen absolutamente de los beneficios de la empresa o de los cambios que experimenten los valores subyacentes de sus activos.
Por otra parte, el inversor en acciones ordinarias tiene un valor, materializado en un certificado o en una anotación en cuenta, que puede vender en cuestión de minutos a un precio que varía de un momento
La evolución del mercado de valores en los últimos años ha hecho que el inversor típico dependa más de la evolución de las cotizaciones de las acciones y se muestre menos dado a considerarse simplemente propietario de una empresa.
El motivo es que las empresas de éxito en las que probablemente concentra sus participaciones cotizarán prácticamente de manera constante a precios muy superiores al valor neto de su activo (o valor contable, o «valor de balance).