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XVII el siglo del Barroco - Coggle Diagram
XVII el siglo del Barroco
La vida en el pueblo de Carcassonne, parte del territorio de Occitania en el Mediterráneo francés,
era tranquila, sin mayores sobresaltos. Su clima en el otoño presenta tormentas violentas y rápidas
pero el verano es a menudo caliente y seco, lo que favorece el cultivo de la vid y el olivar. Suma el
pueblo no más de 10.000 habitantes, que a lo largo del tiempo han desarrollado un sentimiento de
seguridad gracias a las fortificaciones de la Ciudadela construida en el siglo XIII junto al rio Aude.
Está ubicado en el centro de un triángulo: a 20 leguas de Toulouse, a 23 de Perpiñán y a 30
Montpelier, lo que facilita la movilidad comercial, más cuando se encuentra en auge la elaboración
de telas de alta demanda en el resto de Europa.
Entre los muchos mesones del pueblo, destacaba el de M. don Yves Gabin, ubicado al lado casa del
ayuntamiento en el barrio de Trivalle y al pie del puente del Aude, con un cartel muy llamativo que
decía “Le palais du cassoultel et le rêve tranquille”. Este era el punto donde se construían las noticias
locales y se regaban las de fuera. Ahí se discutían los avatares de la guerra que libraba Francia en
su política de expansión en el Palatinado, liderada por Luis XIV el “Rey Sol” contra la Liga de
Augsburgo, pues en ella participaban, como parte de la tropa llana, algunos hijos del pueblo. Pero
también se pasaba revista al estado de los trámites emprendidos para lograr que designaran a
quienes se debían encargar de las labores eclesiásticas y de la Clinique médicale, que por años era
atendida por una corpulenta mujer neerlandesa de nombre Hoeksa Drijver y que los niños con
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A los pocos días de haber empezado la primavera llegó el Docteur en Médecine Jean-Louis Cassel
procedente de Montpellier y se instaló en una acogedora maison de champagne en las afueras del
pueblo, bajo el cuidado de Melissandre Claret, de origen catalán e inmigrante de la vecindad de
Canillo en el límite con Andorra. Su función era la de femme au foyer, vivía cerca con sus hijos aún
pequeños y un par de hermanas que trabajaban en la vinícola cercana en labores propias de la
vendimia, despalillado y estrujado, pisando las uvas en el lagar. Después, a medio verano y al final
de una tarde calurosa, llegó el Presbytre Guillaume Cluzert, enviado desde el Obispado de Nantes
para que se hiciera cargo de la feligresía de la Iglesia Saint-Nazaire de origen románico y construida del siglo XI.
Jean-Louis Cassel estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Montpelier, que existe
desde el siglo XII y con un prestigio bien ganado gracias al saber heredado de los árabes y de los
judíos. El Rey Enrique IV dotó a la facultad de un Jardín des plantes, manejado con sabiduría por el
profesor Pierre Richer de Belleval, siendo el primer jardín real de Francia. Recordaba con orgullo los
nombres de insignes profesores como Guy de Chauliac y Arnau de Vilsanova entre los precursores.
Pero también destacaban algunos alumnos como Rondelet y el famoso Michel de Notre Dame,
conocido como Nostradamus, que tantas preocupaciones intelectuales y religiosas le causó cuando
estudiante al oír sus postulados y leer sus obras.
Pero singular aprecio tenía por Pierre Magnol, que también obtuvo su doctorado de medicina en la
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Su trabajo como médico era arduo aunque recibía mucho apoyo de Poupée, que se encargaba de
las embarazadas, parturientas y puérperas a quienes atendía con solvencia y paciencia; lo que sabía
y practicaba lo aprendió de su madre que era comadrona, de su padre que era boticario y de un
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oco antes de terminar el año los amigos fueron convocados al mesón de Yves para organizar la
fiesta profana de fin de año, pero antes, el cordial mesonero les transmitió una historia que se
enteró de la boca de un funcionario de Paris que venía como supervisor del funcionamiento del
Canal du Midi. La narración puso hincapié en los detalles y fue matizada con una lluvia de copas de
vino, que paulatinamente generaba una actitud festiva entre los contertulios. Empezó el mesonero
con una carcajada con vino que bautizó a los presentes para expresar que el monarca absoluto Luis
XIV en la mañana del 15 de enero del año en curso, se quejó lastimeramente de un bulto doloroso
en su trasero. A pesar de los esfuerzos de la servidumbre íntima de la casa real el bulto se convirtió
en absceso el 18 de febrero; por esta singular situación, las sonrisas marcaban las caras de los
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