Una vez clara la información clave de la empresa, debe tenerse en mente cuál es la meta. Esta meta hay que plasmarla en forma de objetivos. Puede tener no más de 2 o 3, ya que se perdería el foco y no sería bueno para el negocio. Estos objetivos pueden ser genéricos, pero después deberá segmentarlos en objetivos específicos. Así, se tienen metas bien definidas que poder seguir y, sobre todo, analizar para ver si se están consiguiendo.