3.5 Psicoanálisis del Discurso
1969 y el discurso
La estructura del discurso
El discurso, el otro
y el sentido
Introducción
El discurso en el
análisis del discurso
Los cuatro discursos
Palabras finales
- Jacques Lacan, luego de que el rector de la
École Normale Supérieure le retirara la sala Dussane,
comienza, el 26 de noviembre, a dictar su seminario “El reverso del psicoanálisis” en el anfiteatro de la Facultad de Derecho (Lacan, 1975a/2006). Allí permanecerá hasta 1978. Este año —marcado no solamente por una nueva espacialización de la palabra— sella el inicio de la formalización de lo que se conocerá como la “teoría de los cuatro discursos”. En efecto, el psicoanalista francés desarrolla en este seminario la noción de discurso y elabora una tipología discursiva.
Término “discurso” que figura en el Diccionario de análisis del discurso (Maingueneau y Charaudeau, 2002/2005). Este diccionario inicia su trayecto señalando que se propone como un “instrumento de trabajo para todos aquellos que, en número creciente, trabajan sobre las producciones verbales desde una perspectiva de análisis del discurso” (Maingueneau y Charaudeau, 2002/2005, p. VII). Arma su
texto en torno a dos apartados: en el primero de ellos
recupera ciertas oposiciones clásicas, en las que el discurso se contrapone con la oración, la lengua, el texto y el enunciado; en el segundo, se enumeran algunas ideas básicas que lo identifican, a saber, el discurso supone una organización transoracional, está orientado, es una forma de acción, es interactivo, es contextualizado, es tomado a cargo, está regido por normas y está captado en un interdiscurso.
Lo define como: “el discurso del Otro” (Lacan, 1966b/2008, p. 525). Sin embargo, en esta época todavía no especifica el significado de la noción.este esquema es objetado por el psicoanalista, ya que según él es el sujeto el que recibe del otro el mensaje en forma invertida (Lacan, 1966a/2008, p.
287). Podría pensarse que esta relación –—de un Otro al otro—–, en verdad, anticipa la centralidad que la idea de lazo adquirirá en la conformación del discurso. primer lugar, la teoría psicoanalítica es un discurso; en segundo lugar, hay discursos sin palabras. La primera anunciará lo que será uno de los objetos de estudio en el seminario
siguiente: el discurso del analista. La segunda adelantará la definición del término discurso que se desplegará en ese mismo seminario.según Lacan, es el otro el lugar en el que se produce la emergencia del sentido en el marco de las necesidades. Los gritos del niño son leídos a través del otro materno, quien en este acto los significa (Lacan, 1973/2001).
Lacan elabora una tipología discursiva en la que incluye cuatro discursos; esto es, cuatro tipos posibles de lazo social, a saber: el discurso del amo, el discurso de la histérica, el discurso del analista y el discurso de la universidad. Estos discursos presentan cuatro posiciones o
lugares diferentes, a los que el psicoanalista denomina agente, otro, producción y verdad:Figura 1. Las posiciones del discurso (Lacan, 1975a/2006)
agente // otro
verdad // producción
En la figura 1, veamos, entonces, estos lugares. El agente es el lugar donde se apoya el discurso, por lo que, en un
momento dado, lo llama “puesto de mando” (Lacan, 1975a/2006, p. 112). No obstante, en el Seminario XVIII especifica que el discurso no se puede situar a partir de un sujeto y que el agente es un “falso agente”: es “el lugar del semblante” (Lacan, 2006b/2014, p. 25). Para Lacan, la verdad guarda relación con el decir: solo puede decirse a medias, porque es imposible decir toda la verdad. Esta imposibilidad es estructural, ya que, como notamos, la verdad se ubica en el plano de lo latente (Alemán y Larriera, 1996, p. 165).
incorporemos las fórmulas de los cuatro discursos:
Discurso de la universidad Discurso del amo
S²/S¹ ~ a/&. S¹/& ~ S²/a
Discurso de la histérica Discurso del analista
&/a ~ S¹/S². a/S² ~ &/S¹
De estas fórmulas se desprende que los cuatro términos que ocupan las diferentes posiciones del discurso son los siguientes: S1 (el significante amo), S² (el saber), a (el objeto a), S (el sujeto). En primer lugar, señalemos que, según Lacan, el significante amo es aquel vaciado de significación y es el que designa la batería significante. En cambio, el saber, a diferencia de este, liga los significantes en una relación de red (Rabinovich, 1979, p. 35). para el psicoanalista, el sujeto es un sujeto dividido, es el sujeto del inconsciente, producto de la irrupción del significante amo en la batería significante. La barra marca la división, la
escisión. En este sentido, no se concibe una unidad del sujeto. Por último, aclaremos que la noción de objeto a es una noción compleja en la teoría lacaniana. Lacan, el discurso de la universidad es una regresión del discurso del amo y, en este sentido, implica su modernización. el universitario —que se encuentra en el lugar del otro y que obedece al mandato del amo sintetizado en el imperativo categórico sigue sabiendo— aparece como conservador y transmisor del saber de los “grandes autores” (Juranville, 1992).
El ad es, en definitiva, siguiendo los lineamientos lacanianos, un discurso. El discurso de la histérica es, por ende, aquel que más le aviene. El síntoma es el significante que aparenta ser el agente del discurso. Plantea Lacan:
El saber es esto – se les presentan cosas que son
significantes, y, de la manera en que se las presentan, no quiere decir nada, y después hay un momento en que ustedes salen del atolladero, de golpe quiere decir algo, y esto desde el origen, (Lacan, 2006a/2008, p. 185). El
sentido, cuya matriz nace, siguiendo a Foucault (1969a/2005) y a Pêcheux (1990), en la articulación con su formación y, siguiendo a Lacan (1973/2001), con el Otro, aquello que lo sustancia. Este lazo, que une el discurso con el sentido, no escapa, en términos lacanianos, al registro imaginario. En efecto, en el Seminario XXII (1974-1975), el psicoanalista ubica el sentido entre lo imaginario y lo simbólico: el sentido es aquello con lo que el imaginario responde a lo simbólico. El ad, entre otras problemáticas, procura tipificar los discursos con el fin de ubicar constantes en el lugar en que lo lingüístico y social se enlazan (Orlandi, 1987).
Nos hemos propuesto realizar un recorrido por Lacan con el fin de presentar su visión respecto del discurso, en particular, aquella que se desarrolla en el Seminario XVII.La teoría sobre los cuatro discursos del psicoanalista es una teoría vigente en la actualidad que permite problematizar
la clínica del inconsciente y ubicar las coordenadas que se despliegan en las cuatro paredes de un consultorio. El pensamiento lacaniano se encuentra nutrido de otros saberes, entre los que la lingüística asoma. En el ad, la enseñanza lacaniana ha permitido, por su parte, redimensionar la categoría de hablante, intencional y voluntario, sobre la que ha desplazado la noción de sujeto, sujeto-sujetado, sujeto-barrado, a la que ha extendido a su decir. Esta enseñanza, cuya causa está orientada al tratamiento del dolor psíquico, introduce términos que aún hoy siguen habilitando a interrogar nociones claves sobre las que se asienta.
Retomar los planteos teóricos de Lacan en torno al discurso, con el objetivo último de reflexionar acerca de este término y sus implicancias para el análisis del discurso (en adelante, ad). nos interesa adoptar los elementos de la enseñanza de Lacan que nos permiten repensar y redimensionar la complejidad que el término discurso entraña. El ad es un campo heterogéneo de investigaciones en el que convergen diferentes posiciones teóricas. La preeminencia del lenguaje en su articulación con el sujeto, el inconsciente y el Otro, que clama el psicoanalista y que lo ha convocado a valerse de nociones surgidas en el ámbito de la lingüística; el propio Lacan (1975b/2006) reconoce el hermetismo discursivo por el que atraviesan sus escritos e, inclusive, sus seminarios; hermetismo que presenta un valor de formación.
Foucault (1969a/2005, p. 181) define allí el discurso como
un conjunto de enunciados, a los que se les puede asignar modalidades particulares de existencia. El discurso clínico, el discurso de la historia natural, el discurso psiquiátrico y el discurso económico deben, entonces, entenderse en este sentido. una correlación entre discurso, enunciado y formación discursiva: la noción de discurso articula el aspecto material de los enunciados, su existencia efectiva, sus modalidades de aparición, con el aspecto potencial y posibilitador del sistema de formación, entendido como un sistema de reglas que forman los objetos, las modalidades enunciativas, los conceptos y las estrategias presentes en
los enunciados.
Michel Pêcheux (1990) también recurre a este término. Allí, el autor, discutiendo con el esquema de la comunicación de Jakobson (1985) y con los enfoques conductistas, plantea que el discurso no se trata necesariamente de una trasmisión de información entre A y B, sino de un “efecto de sentido” (Pêcheux, 1990, p. 118). lo que funciona dentro del proceso discursivo es una serie de formaciones imaginarias que designan el lugar que A
y B se atribuyen cada uno a sí mismo y al otro, la imagen que se hacen de su propio lugar y del lugar del otro. Las condiciones de producción constituyen el sentido de la secuencia verbal producida. entonces, que ni Foucault ni
Pêcheux reenvían en sus definiciones a la categoría de hablante como causa y origen del discurso, un hablante dueño de la palabra, con libertad en su decir. Ambos autores relevan la relación entre el discurso y suformación.
Mientras que para Foucault es la formación discursiva la matriz potencial que forma series de enunciados, para Pêcheux, en este texto, son los procesos de producción (asociados a las condiciones de producción) el mecanismo generador de discursos.
En el Seminario XVI, según Miller (2009, p. 8), Lacan retoma las formulaciones sobre la falta en el Otro en términos lógicos. concibe que el campo del Otro es el campo de
inscripción de lo que se articula en el discurso y reitera que este campo no es consistente. Es por tal razón que manifiesta, ya desde la primera clase, que “no hay cierre del discurso” (Lacan, 2006a/2008); si es en el Otro en donde
algo del discurso se articula y si, además, este Otro no está completo, entonces, podemos pensar que no es posible concebir la existencia de un discurso absoluto, un discurso que agrupe el total de los discursos.
Lacan define este concepto de diversas maneras. A diferencia del seminario anterior, en estas clases lo caracteriza como una “estructura” (Lacan, 1975a/2006, p. 10), también lo denomina aparato:un aparato de “cuatro patas, con cuatro posiciones” (p. 18).
Es a través del lenguaje que se instalan estas relaciones estables que lo configuran. Por el contrario, según el psicoanalista, “nosotros somos sus empleados. El lenguaje nos emplea, y por ese motivo eso goza” (Lacan,1975a/2006, p. 70).Son, entonces, discursos vacíos de significado, pero con un armazón o estructura que implica términos y lugares, matriz de cualquier acto en el que se tome la palabra: “Los discursos de que se trata no son nada más que la articulación significante, el dispositivo, cuya sola
presencia, el hecho de que exista, domina y gobierna
todas las palabras que eventualmente puedan surgir”
(Lacan, 1975a/2006, p. 180). Los discursos encarnan una relación fundamental de la que se deriva un particular
vínculo social. Cada discurso determina, en efecto, un lazo social diferente (Lacan, 1977, p. 90); lazo que no se refiere, en verdad, a la relación entre el sujeto y el otro.
En el discurso del amo, por su parte, nos encontramos que el significante amo se sitúa en el lugar del agente, sobre el que se apoya la esencia del amo. Allí se sitúa la ley. El amo desconoce la verdad de su determinación: la división del sujeto. Por esta razón, el sujeto barrado se advierte por debajo de la fórmula. En el discurso de la histérica, el deseo de saber es el que lo instituye. El saber es efecto del discurso, es el discurso que “conduce al saber” (Lacan,
1975a/2006, p. 22). En el lugar de la verdad, se presenta el objeto a, ya que es la histérica la que deviene en causa del deseo para el otro. Según Lacan, la ciencia toma su impulso del discurso de la histérica. en el discurso del analista, el analista ocupa el lugar de agente bajo la forma de que se presenta como la causa del deseo. Lacan, el analista es un sujeto supuesto saber, dado que no transmite saber. De la fórmula se desprende que el saber no está en el lugar del analista, sino en el lugar de la verdad: “Lo que se espera de un psicoanalista es, como dije la última vez, que haga funcionar su saber como término de verdad
El saber habla solo, esto es el inconsciente (p. 74) y es por ello que se encuentra en el lugar de la verdad. El discurso del analista se encuentra en el punto opuesto a toda voluntad de dominio: el reverso del psicoanálisis es, por ello, el discurso del amo. La producción es el significante
amo, ya que dará al sujeto la clave de su división (Rabinovich, 1979, p. 48). El ad, entre otras problemáticas, procura..
Estas tipologías son, en verdad, construcciones abstractas, que parten de distinciones concebidas a priori y que, por
lo tanto, desconocen el lugar de la falla constitutiva de los discursos. Son lugares del discurso que escapan a lo enunciado, que no pueden ser aprehendidos en su integridad. A su vez, entre la verdad que subyace al agente y el producto que se encuentra latente tras el otro no hay más que división. Verdad y efecto no pueden ser homologados, ni homologables. Como ambos están incorporados al engranaje discursivo, no pueden entenderse en términos de exterioridad: la verdad no puede ser confundida con la intencionalidad y el producto,
con sus consecuencias positivas. la dimensión velada tanto de la verdad como del efecto es lo que, en realidad,
comanda el devenir discursivo. Son lugares del discurso que escapan a lo enunciado, que no pueden ser aprehendidos en su integridad. A su vez, entre la verdad que subyace al agente y el producto que se encuentra latente tras el otro no hay más que división. Verdad y efecto no pueden ser homologados, ni homologables. Como ambos están incorporados al engranaje discursivo, no pueden entenderse en términos de exterioridad: la verdad no puede ser confundida con la intencionalidad y el producto, con sus consecuencias positivas.