Para economizar en costos burocráticos y coordinar de manera eficaz las actividades de las personas, las funciones y las divisiones, los administradores deben desarrollar una clara e inequívoca jerarquía de autoridad, o cadena de mando, que defina la autoridad relativa de cada administrador, desde el presidente a los mandos medios y los gerentes de primera línea, hasta los empleados no administrativos que en realidad hacen los bienes o proveen los servicios.