La finalidad de la alimentación debe estar siempre supeditada a su adecuación al ser humano individual. Debemos llevar en cuenta tanto en la elección como en la preparación y administración de los alimentos: la edad, el sexo, el estado fisiológico o fisiopatológico, los gustos, hábitos y todos los factores económicos, geográficos, religiosos que hacen de la alimentación un hecho cultural.