En la década de los años 50 ya se había consolidado lo típico mexicano a saber: las artesanías, las comidas regionales, los atuendos locales y, desde luego, la fiesta popular, especialmente aquella que se celebraba con mariachis, banderitas de papel picado, jaripeos, peleas de gallos, los juegos de azar, sin faltar los charros y las chinas poblanas bailando el jarabe tapatío.