El siglo XX se vio caracterizado por un cientifismo y positivismo que marcaba una objetividad científica y tecnológica en el mundo investigativo y académico que, eventualmente, penetró a la educación. Una vez dentro, fue incapaz de despertar un interés por dicho modelo al estar altamente desarticulado y descontextualizado con la realidad. Asimismo, las barreras mismas de dicho modelo, como un lenguaje complejo e inalcanzable para una persona ajena a dicho mundo, provocaron una disciplinariedad aislada y alienada.
En respuesta a esto, la nueva tendencia en el nuevo milenio se caracteriza por nuevos esfuerzos que buscan transformar la investigación y la educación para tratar temas complejos, desde perspectivas integradas, articuladas y contextualizadas.
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