El primero de ellos fue el efectuado por Friborg et al. (2006).
Los resultados de este estudio, en el que se utilizó la Escala de Resiliencia para Adultos (RSA; Friborg, Hjemdal, Rosenvinge y Martinussen, 2003), mostraron que el dolor percibido y el estrés incrementaron progresivamente a lo largo del experimento, pero que los individuos con elevadas puntuaciones en resiliencia informaron sentir menos dolor y estrés que los participantes con bajas puntuaciones en esta variable. Este efecto protector de la resiliencia fue, además, más pronunciado en el grupo de sujetos que presentaba las puntuaciones más elevadas en estrés, lo que apoya el papel protector de la resiliencia ante situaciones adversas.