El Estado total nazi tenía la intención de ser un Estado de raza
aria. Desde su inicio, el Partido Nazi reflejaba las firmes creencias antisemitas de Hitler. Una vez en el poder, los nazis tradujeron esas ideas en política antisemita. El 1 de abril de 1933, el nuevo gobierno nazi ya había iniciado un boicot de dos días contra los
negocios de los judíos. Siguieron una serie de leyes que excluían a los “no-arios” (que era cualquier “descendiente de una persona no aria, especialmente de padres o abuelos judíos”) de profesiones legales, servicio público, magisterios, profesión médica, puestos de enseñanza, empresas culturales y de entretenimiento, y la prensa.