Son aquellos que no nos compran, pero reúnen esas características, problemas, deseos o necesidades que nosotros los vendedores podemos satisfacer o solucionar.
En el caso del cliente que ya nos conoce, y nos compra, nuestra manera de actuar debe tender a fidelizarlo, mientras que un cliente potencial primero hay que conocerlo y captarlo.
Por esto, cada objetivo va a necesitar diferentes estrategias.
La cosa no acaba porque dentro de cada uno de estos dos grupos podemos seguir adentrándonos.
Los clientes actuales pueden clasificarse según su actitud, su frecuencia de compra, su nivel de satisfacción y el nivel de influencia que tienen en su entorno social.