El tiempo y el espacio en la didáctica de las ciencias sociales

Si nadie me lo pregunta lo sé, pero si se lo quiero explicar a alguien que me lo pregunte no lo sé

Una primera aproximación

El tiempo absoluto o el tiempo como recipiente

El sentido social del tiempo

Hablar del tiempo

La primera consiste, de entrada, en encontrar una definición correcta y racionalmente satisfactoria sobre una dimensión de la realidad -la temporalidad- que todo
el mundo no sólo experimenta sino que parece conocer sin problemas

La segunda dificultad llega en cuanto queremos tratar de su naturaleza.

Hay que tomar en cuenta

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El presente sí que existe, ahora mismo, pero se nos escurre de las manos sin que lo podamos detener

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estamos condenados a intentar previamente atribuir un sentido y a dotar de significado a aquello que queremos hacer aprender.

Por tanto hemos de adquirir en primer lugar algunas ideas claras
sobre el tiempo en general

y, en segundo lugar, sobre la dimensión temporal de la
existencia humana y social

La noción de tiempo insertada en nuestro conocimiento es de procedencia empírico-racional.

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Aristóteles (384-322 a. C.) : el tiempo es el número o medida del movimiento según el
antes o después.

Ya tenemos, pues, bien formulado un triángulo conceptual clave:
tiempo, cambio y movimiento.

dentro de este mundo extenso que nosotros percibimos encontramos lugares llenos y otros vacíos

Es el tiempo que nos viene marcado o, mejor aun, medido y organizado por el reloj y el calendario.

Los vacíos vendrían a ser las partes de la extensión entre lugares llenos ocupados por objetos.

a extensión que contiene un objeto perceptible -un coche, por ejemplo- se extiende en cuatro dimensiones.

. El espacio absoluto, pues, es infinito y, como
no tiene ningún volumen superior que lo contenga, no se puede mover ni desplazarse. Por tanto es inmóvil.

el tiempo absoluto lo imaginamos como una única extensión infinita de momentos de los que ninguno ha sido el primero y ninguno será el último.

siempre se
puede medir inequívocamente el intervalo de tiempo entre dos momentos o acontecimientos sin ningún tipo de ambigüedad, a una sola escala, la del reloj.

La experiencia del tiempo vivido encuentra, obviamente, su raíz en el presente,
en el ahora

desde donde los humanos revivimos a través de la memoria personal y colectiva la existencia del antes, la experiencia del cual nos retorna en vistas a imaginar o afrontar los proyectos o expectaciones de futuro.

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Todos hablamos del tiempo, lo experimentamos, lo medimos, y nos parece una categoría "natural" que nos es dada sin esfuerzo de ningún tipo. Cuando hablamos del tiempo creemos saber perfectamente qué es, como nos parece saber o entender lo que es cuando oímos hablar sobre él a otra persona.

Estas dos visiones del tiempo (la de Aristóteles y la de Platón), con matices y añadidos diversos, han constituido las dos raíces básicas a partir de las cuales se ha ido desarrollando la idea de temporalidad a lo largo de la historia occidental.

en una segunda fase, «pensamos» o racionalizamos esta experiencia y elaboramos su concepto, sobre todo cuando lo necesitamos para aplicarlo y adecuarnos a nuestro entorno (por ejemplo: cuando la madre o el padre le dicen a su hijo o hija pequeños que «ya es de noche y , por lo tanto, es la hora de irse a dormir»).

Parece que el tiempo está ligada, por lo pronto, a la idea
de cambio.

en primer lugar «vivimos» o experimentamos la duración de las cosas o de las situaciones (por ejemplo: el tiempo en que es de día y el tiempo en que es de noche),

Si no hubiera en el orden de la naturaleza ningún cambio o movimiento, sea éste externo a nuestros sentidos, o bien interno (experiencias de la propia alma como los pensamientos que se van sucediendo en ella, las imaginaciones o fantasías y los sentimientos que son y dejan de ser) parece que el tiempo no sería perceptible, y que, por tanto, o no existiría o no sabríamos que existe.

Estos tres tiempos existenciales y subjetivos de carácter personal (pasado, presente y futuro) se insertan, a su vez, en la conciencia de un tiempo colectivo que rige en cada civilización el sentido o significado de su experiencia global