La guerra franco-prusiana (en alemán: Deutsch-Französischer Krieg; en francés: Guerre franco-allemande) fue un conflicto bélico que se libró entre el 19 de julio de 1870 y el 10 de mayo de 1871 entre el Segundo Imperio francés (y después de la caída del régimen, por la Tercera República Francesa) y el Reino de Prusia (y posteriormente, Imperio alemán), con el apoyo de la Confederación Alemana del Norte y los reinos aliados de Baden, Baviera y Wurtemberg. El conflicto marcó el estallido de la tensión entre las dos potencias, que se acrecentó tras el fracaso del proyecto de Napoleón III de anexar Luxemburgo aunque el intento de anexión se solucionó pacíficamente con el Tratado de Londres (1867), fue un suceso que causó el final de una relación relativamente equilibrada con la Prusia de Otto von Bismarck. La tensión se hizo mayor debido a la creciente influencia, no tolerada por Francia, ejercida por los Estados alemanes en el sur del río Meno, y la dirección de Prusia ejercida dentro de la Confederación Alemana del Norte (estado creado en 1867 tras la victoria de Prusia en la guerra austro-prusiana).
La caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos, ocurrida el 29 de mayo de 1453 (de acuerdo con el calendario juliano vigente en esa época), fue un hecho histórico que puso fin al último vestigio del Imperio romano de Oriente y que, en la periodización clásica y según algunos historiadores, marcó también el fin de la Edad Media en Europa.
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