Tal y como anuncia NICOLAS PEREZ SERRANO muy acertadamente,"el parlamentario puede, cuando olvida las moderaciones eticas y de obligada correcion, ofender, ultrajar a personas e instituciones, denostar a autoridades y particulares, imputar delitos, utilizar falsedades, y sin embargo el agraviado, que tendria expedito el camino de los tribunales en otro caso, ha de resignarse pacientemente, sin que se le admita ni aun el derecho a rectificacion justiciera y proporcionada. Todo ello con la inmensa agravante de la publicidad clamorosa que la imputacion alcanza al ser difundida por el tornavoz insuperable de la tribuna parlamentaria y de los diarios".