Una bombilla regular de 100 watts emite en 100 horas tres kilos de dióxido de carbono. Eso cuando aún tiene “vida”, pero una vez desechado, las pequeñas cantidades de mercurio y argón van directamente al ambiente, pues al ser de vidrio, se rompen con facilidad.
Estas sustancias son altamente tóxicas, por eso, es mejor cambiarlas por focos LED que son ecológicos y además de todo, ahorradores.