En terapias a corto plazo: parestesias, sensación de hormigueo en extremidades, tinitus y trastornos de la audición, anorexia, alteraciones del gusto, nauseas, vómitos, diarrea, poliuria, rubor, sed, dolor de cabeza, mareos, fatiga, irritabilidad, depresión, disminución de la libido, somnolencia o confusión transitoria, visión borrosa. En terapias a largo plazo: acidosis metabólica, alteración del balance electrolítico, mareos, miopía transitoria, melena, hematuria, glucosuria, dolor al orinar, aumento en la frecuencia de micción, coloración amarillenta de la piel u ojos, insuficiencia hepática, parálisis fláccida o convulsiones, nauseas, vómitos, diarrea.