La constitución británica no está escrita, es lo que se conoce como una Constitución ‘no codificada’. Consta de la acumulación de estatutos, decisiones judiciales, tratados internacionales y convenciones parlamentarias. Esta diferencia implica que el Parlamento, al aprobar una ley, puede estar cambiando la Constitución sin tener que pasar por un proceso específico, lo que se conoce como ‘soberanía parlamentaria’. Tampoco existe un tribunal constitucional como tal, el propio Parlamento y el Tribunal Supremo se encargan de repartirse esas funciones.