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Glomerulonefritis - Coggle Diagram
Glomerulonefritis
La glomerulonefritis a menudo sale a la luz cuando un análisis de orina de rutina es anormal. Algunas pruebas para evaluar la función renal y hacer un diagnóstico de glomerulonefritis son:
Análisis de orina. Un análisis de orina podría mostrar glóbulos rojos y moldes de glóbulos rojos en la orina, un indicador de posibles daños en los glomérulos. Los resultados de los análisis de orina también pueden mostrar glóbulos blancos, un indicador común de infección o inflamación, y un aumento de las proteínas, lo que puede indicar un daño en la nefrona. .
Análisis de sangre. Pueden brindar información sobre el daño renal y el deterioro de los glomérulos a partir de la medición de los niveles de desechos, como la creatinina y el nitrógeno ureico en sangre.
Pruebas de imagen. Si tu médico detecta evidencia de daño, puede recomendar estudios diagnósticos que permitan visualizar tus riñones, como una radiografía de riñón, un examen de ultrasonido o una tomografía computarizada.
Biopsia de riñón. Este procedimiento implica el uso de una aguja especial para extraer pequeños trozos de tejido renal y examinarlos con microscopio a fin de determinar la causa de la inflamación. Casi siempre se necesita una biopsia de riñón para confirmar el diagnóstico de glomerulonefritis.
La glomerulonefritis, también llamada glomerulopatía o nefropatía glomerular, es una enfermedad del riñón que se produce por procesos en los que se afecta la estructura y función del glomérulo renal.
El glomérulo es una red de vasos sanguíneos que se encargan de eliminar las sustancias de desecho y que pueden dañar nuestro organismo.
Como consecuencia de este daño, se pueden lesionar otras estructuras del riñón, hasta el punto de poder perder totalmente la función del riñón.
Existen dos tipos de glomerulonefritis: PRIMARIAS, en las que el riñón es el único órgano afectado; y las SECUNDARIAS, que se producen como consecuencia de una enfermedad que ya padece la persona, por el consumo de ciertos fármacos o por infecciones.
Existen varios tipos de glomerulonefritis, pudiendo ser necesario realizar una biopsia del riñón para diferenciarlas y poder elegir el tratamiento más adecuado.
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Existen muchos mecanismos que pueden conducir a una afectación del glomérulo renal y, con ello, a una glomerulonefritis. Algunas veces la causa es desconocida, otras se deben a enfermedades de origen inmune que ya padece el paciente y otras al consumo de algún medicamento que produce lesiones en el riñón.
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El tratamiento de las glomerulonefritis dependerá del diagnostico anatomopatológico (no solo en cuanto a su filiación sino a su severidad) y del curso clínico que presente (existencia de un deterioro de la función renal, rapidez en su evolución, presencia de síndrome nefrótico, etc...).
Dado que la mayor parte de las glomerulonefritis en su etiopatogenia presentan un comportamiento anómalo del sistema inmune o en su desarrollo intervienen células o sustancias con capacidad inflamatoria, el empleo de inmunosupresores suele estar bastante extendido.
Los corticoides son los más empleados, sobretodo de primera línea cuando se trata de una glomerulonefritis de lesiones mínimas o cuando clínicamente la glomerulonefritis cursa como un síndrome nefrótico.
Otros inmunosupresores más potentes como la ciclofosfamida y el clorambucil se emplean en glomerulonefritis que cursen con deterioro de la función renal rápido o que no hayan respondido a los corticoides.
La ciclosporina se emplea casi exclusivamente en glomerulonefritis con síndrome nefrótico siempre y cuando su empleo no se asocie a un mayor deterioro de la función renal, y no haya habido respuesta a los corticoides.
Otros procedimientos terapeúticos como la plasmaféresis surgieron con la idea de eliminar de la sangre aquellos antígenos o complejos inmunes que favorezcan el desarrollo de una glomerulonefritis sobretodo cuando ésta se comporta como una proliferativa, sin embargo, su utilidad se ha comprobado muy limitada.
El eliminar la fuente de antígenos que se sospechen se encuentren en la génesis de una glomerulonefritis también es un aspecto ha intentar como ocurre sobretodo con las glomerulonefritis membranosas, mesangiales o incluso en un grupo muy particular de membranoproliferativas (como las asociadas a virus C).
Finalmente la abstención terapeútica es una opción a considerar cuando nos enfrentamos a una glomerulonefritis muy avanzada o por el contrario estabilizada y de escasa repercusión, o que no haya respondido a fármacos de uso habitual en estos casos (corticoides, ciclofosfamida), a sabiendas de que no son medicaciones exentas de efectos secundarios que pueden hipotecar el futuro del paciente, para pasar posteriormente a otras opciones como la diálisis o el trasplante.