La eficiencia espacial de ciertas instalaciones no deseables, como las plantas de tratamiento de residuos, depende de dos tipos de distancias: la que separa las instalaciones citadas de los productores de residuos, y, por otra parte, la distancia que separa las instalaciones de la población, que, tal como ya se ha indicado, desearía estar cuanto más lejos mejor de dichas emplazamientos.
La justicia espacial en la localización de instalaciones no-deseables se mide, básicamente, por el grado en que la población de una región determinada comparte los riesgos y molestias que dichas instalaciones representan.