Por ejemplo, el Dios del islam es único e indivisible, a diferencia del dogma de la trinidad cristiano. Además es irrepresentable, por lo que no permite el culto a imágenes o representaciones, como sí hace el cristianismo (al menos el católico, con su santoral). Además, su texto sagrado, el Corán, es el único no tergiversado a lo largo de los años.