A través del primero, actúan las quinolonas, ya que inhiben la enzima ADNgirasa. Esta enzima corta la doble hélice del ADN cromosómico en fragmentos a los que superenrrolla en sentido negativo, para proceder al sellado de los extremos de ADN que fueron cortados. Las quinolonas impiden el cierre de los puntos de rotura. Los fármacos que inhiben la trascripción, como es el caso de la rifampicina y la actinomicina, actúan en la ARN-polimerasa. La rifampicina se fija en la subunidad B de esta enzima e impide su formación y la del complejo que inicia la trascripción, mientras que la actinomicina D bloquea la progresión de la ARN-polimerasa en cualquier fase.
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