Conocieron a Simón y dijeron: «Tú eres Simón, te conozco bien, ¡sígueme! Cuento contigo. Desde ahora te vas a llamar Pedro». Y Simón, un buen tipo, impetuoso y rebelde, no ofreció resistencia. Con ninguna otra persona habría sido tan dócil. «Nunca hemos conocido a nadie, Marcos, que hablara con tal autoridad como Jesús».