Ferdinand de Saussure (1919), señala que el signo lingüístico se define como un elemento con dos caras, el significante y el significado. La lingüística, por lo tanto, debe definir en qué consiste dicha asociación y, además, cada una de esas caras. Así se establecen unidades denominadas fonemas (sólo tienen significante), semas (sólo tienen significado) y otras que son signos, es decir, que tienen un significante y un significado, por ejemplo, morfemas, palabras, frases y oraciones.