b. La empresa, ¿sólo al servicio de sus propietarios? El ejecutivo o diferente empresarial, que participa en la coordinación y en el liderazgo de la marcha general de la empresa, no puede desentenderse de estas pretensiones legítimas. Su tarea consiste, no pocas veces, en armonizar intereses que, aunque legítimos cada uno de ellos, pueden ser divergentes entre sí, particularmente en el corto plazo.Tales intereses son económicos, porque la retribución que reciben por su trabajo es generalmente la forma fundamental que tienen de acceder a la renta de la sociedad. Pero no son sólo económicos: si el trabajo es una actividad humana, no sólo productiva, el trabajador exige que dicha actividad reúna ciertas condiciones para que resulte en verdad humana y humanizadora.
c. La empresa, el servicio de la sociedad Puede entenderse a la empresa como un nodo de relaciones de cooperación voluntaria, relaciones gana-gana en que se crea riqueza no sólo para los propietarios del capital sino para todos los que se vinculan con ella de una manera u otra, e indirectamente para el conjunto de la sociedad. La actividad de la empresa es, entonces, social por su propia naturaleza y sólo se comprende en el marco de la sociedad y de sus necesidades tanto a nivel de conjunto como de los individuos que la integran.
d. Ética y armonización de los fines de la empresa La empresa es una institución económica y, por consiguiente, no puede excluirse de sus objetivos la búsqueda de un rendimiento económico: eso es precisamente lo que la distingue de cualquier otro tipo de organización. Pero este rendimiento no puede obtenerse a cualquier precio. No puede obtenerse al precio de un perjuicio notable para la sociedad, como sería la reducción del ciudadano a sumiso con consumidor o de sus trabajadores a puros instrumentos de producción.