Las grandes declaraciones de los derechos humanos afirman que los seres humanos nacemos libres, iguales y no sometidos a servidumbre, pero nacemos también en el interior de sociedades jerarquizadas, herederas de una historia, caracterizadas por instituciones y organizaciones que tienen un peso determinado en nuestros modos de ser, de pensar, de actuar, y de sentir, y que por tanto inciden en la formación de nuestra propia identidad.