Para Simberg (1975) los bloqueos emocionales están dentro de nosotros mismos, y pueden llegar por diferentes vías: a veces estarán provocados por las tensiones de la vida cotidiana, otras, serán fruto de emociones muy fuertes que pueden cegarnos, también los temores y ansiedades que acompañan a las nuevas situaciones. Sikora (1979) incluye en este apartado “todas las angustias individuales, los temores, las inseguridades, que impiden al individuo actuar de modo creativo. No se habla de angustias producidas por el contacto social con otros hombres, sino de aquellas condicionadas por la psicología individual”. Entre los bloqueos más importantes de este tipo tenemos:
El miedo a cometer errores. El temor a equivocarse, el miedo al fracaso, el miedo a hacer el ridículo, al qué dirán; y la mejor manera de evitar estos riesgos es no salirse de lo establecido, permanecer dentro de los límites de lo que ya se conoce.
La necesidad de encontrar rápidamente una solución que nos lleva, con demasiada frecuencia, a aceptar como válida la primera idea que se nos ocurre para eliminar la ansiedad asociada a la necesidad de encontrar una solución al problema.
Exagerado afán de seguridad que lleva a no salirnos de lo establecido para evitar los riesgo que se derivan de estar fuera de la norma.
-
Pereza ante el comienzo o falta de impulso para enfrentarse a un problema hasta encontrar la solución más adecuada.
Espíritu hipercrítico. Es la obsesión por alcanzar la perfección, lo que es prácticamente imposible de lograr.
Sobremotivación para triunfar rápidamente. En un entorno tan competitivo, ser el primero es un éxito y eso nos lleva a buscar los caminos más rápidos y seguros en lugar de los más originales y novedosos.
Temor a los supervisores, jefes,… y desconfianza en los compañeros y subordinados.
-