Nuestras costumbres están adaptadas de tal modo, que si decidimos hacer un viaje, por ejemplo, tenemos un cuerpo de costumbres relacionadas que comienzan a funcionar: preparar las maletas, comprar los billetes de ferrocarril, sacar dinero para usarlo, seleccionar libros para leerlos durante un viaje, etcétera. Hay toda una serie de reacciones organizadas que en mediatamente se ponen en funciones en sus adecuadas relaciones recíprocas, cuando una persona decide qué quiere hacer un viaje.