Conclusión y Reflexión Personal:
La Carta Encíclica Laudato Si escrita por el Papa Francisco, invita a todas las personas alrededor del mundo a reflexionar, dialogar y comprometerse ante el futuro de nuestro planeta mediante distintas estrategias, consideraciones y acciones que deben llevarse a cabo no solo de manera individual sino también colectivamente. Este nuevo diálogo sobre la construcción del futuro plantea el impacto multifactorial de la naturaleza, la justicia y desigualdad entre clases sociales, la paz interior, la educación a los jóvenes y la importancia de formar una fraternidad universal basada en la empatía y solidaridad con el fin de recuperar los valores para el cuidado del medio ambiente.
Creo que la actividad humana debe dejar de pensar en una ecología superficial, donde los intereses particulares y económicos superan al bien común y la protección de la misma casa que habitamos. El ser humano ha dejado de ser consciente sobre sus actos y las repercusiones que tienen ante la humanidad, tales como ciudades insalubres basadas en la cultura del descarte y el consumismo excesivo. Esta indiferencia, negación y resignación que tiene el ser humano y las corporaciones que lideran, están generando un crimen en contra de la naturaleza. Lo más importante, es recordar que cuando se comete un crimen en contra de la naturaleza y nuestro planeta, también se está cometiendo un crimen en contra de todos nosotros como seres humanos y contra Dios. La educación ecológica para volver a establecer esta alianza entre la humanidad y el ambiente es vital para crear una cultura de responsabilidad ambiental. De este modo, deberemos considerar nuevamente al clima como un bien común que nos pertenece a todos, pero que la indiferencia y egoísmo entre clases ha perjudicado aún más a aquellas personas en situaciones precarias. Considero que es de suma importancia involucrarnos cada uno en todos estos aspectos que menciona el Papa Francisco y que fueron expuestos en este mapa conceptual, ya que si en verdad todos nos preocupáramos por el prójimo y viéramos a nuestro planeta con el mismo amor que Dios tuvo al crearnos, la cultura de responsabilidad ambiental y el desarrollo sustentable liderarían la cosmovisión del presente y futuro.
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