Un comportamiento demográfico antiguo que presentaba los siguientes rasgos:
Un escaso crecimiento vegetativo, condicionado por altas tasas de natalidad contrarrestadas por altos índices de mortalidad, especialmente infantil.
En el siglo XVIII, se produjeron ciertos cambios; así en algunas zonas de Europa (Inglaterra, Francia, también Holanda), hubo un incremento de los excedentes alimentarios y una mejor nutrición, lo que se tradujo en la disminución de hambrunas y epidemias y, consiguientemente, en la reducción de la mortalidad.