Honestidad. Esta característica hace referencia a que el terapeuta debe ser honesto y legal con el paciente, expresando de manera abierta y clara sus opiniones. De cualquier manera, la honestidad debe manejarse con cuidado, porque ser claro no significa decir todo lo que se piensa u opina sobre el paciente. En algún caso, llegar a asegurarle al paciente que se recuperará, puede hacer que perciba al terapeuta como poco sincero o absurdo. En cambio, demostrar al paciente que sus síntomas pueden eliminarse corrigiendo sus ideas poco realistas y sus conductas, puede ser más adecuado. Ser ambiguo con el paciente puede provocar que éste desconfíe del terapeuta, de su validez, y que no exprese sus problemas en forma abierta, dificultando la relación y, por lo tanto, la terapia.