En ocasiones el acto de habla realizado al emitir una oración no coincide con el indicador de fuerza ilocutiva que contiene esa oración. Por ejemplo,
a) ¿Puedes pasarme la sal?
b) Te aconsejo que no lo intentes.
c) Te felicito: no es fácil ser tan patoso.
d) Pero, ¿cómo has podido hacerlo?
a y d, aconsejar, b, y felicitar, c. Sin embargo y dependiendo del contexto, normalmente usamos la oración a para hacer una petición, b parece más bien una amenaza, c no es desde luego una petición, sino un insulto y d podría ser una recriminación. Cuando se usan esas así, se dice que tienen una fuerza ilocutiva indirecta (la de una petición, una amenaza, una felicitación, una recriminación}. La fuerza ilocutiva indirecta se infiere contextualmente usando las máximas conversacionales.