Según John Lynch, uno de los mejores conocedores de aquel período, Carlos III acometió la «segunda conquista de América», a través de las llamadas reformas borbónicas. Para conseguir su objetivo, habría aplicado sobre sus súbditos una presión excesiva, hasta el punto de empujarlos a la rebelión.
Por eso no aceptaban que se les impusiera, desde Europa, un sistema de gobierno que casaba mal con sus circunstancias.