Esta teoría desarrollada por Melanie Klein, enfatiza la importancia de los primeros cuatro a seis meses después del nacimiento, afirmando que los impulsos de un niño se dirigen hacia un objeto, como un pecho, un pene o una vagina, entre otras cosas. Además que explica como junto con su relación con dichos objetos afecta tanto la relación con sus padres, como sus relaciones interpersonales en el futuro.