parentemente, varias metrópolis de la Grecia sin dependencia, como Atenas y Corinto, conservaban su soberanía, sus instituciones y sus tradiciones. Los inconvenientes sociales que iban surgiendo, más el empobrecimiento paulatino hicieron que esta Grecia tradicional, no correspondiente a los estados helenísticos, fuera sufriendo una crisis tras otra hasta la participación de Roma.En Atenas, perdido el espíritu democrático, se asistió a una disminución del negocio tras el fin de las cleruquías (reparto de tierras a los pobres) y del puerto del Pireo como escala estratégica de las rutas comerciales. La última crisis económica se entregó desde el saqueo de la urbe por la milicia de Sila en el 86 a. Secuelas lógicas de el caso fueron el empobrecimiento del poblado y el bajón de la natalidad. Estas situaciones favorecieron el mercenariado, el bandolerismo y la piratería como maneras de permanencia.No obstante, subsistió un cierto aire intelectual con ayuda de las fiestas, más que nada las dionisíacas y los Misterios eleusinos, a lo largo de las cuales se representaban comedias novedosas, y a las que acudían los reyes y líderes helenísticos del continente Asiático y Egipto. En etapa romana, Atenas llegaría a ser el equivalente de una urbe universitaria.En Esparta hubo un resurgir de los tiempos arcaicos, un intento revolucionario para iniciar otra vez un Estado, desplazamiento encabezado por los reyes Agis IV y Cleómenes III.