Los ciudadanos de las Ciudades-Estado renacentistas se sustentaban sobre una organización civil elitista y minoritaria. Tanto era así que, en una ciudad de, p. e., 80.000 habitantes, podía haber unos 1.000 ciudadanos, entre los que no se contaban ni los integrantes del pueblo (obreros, artesanos, pequeños comerciantes, campesinos, mujeres...).