El desarrollo urbano medieval tiene su continuidad en el Renacimiento, especialmente en las Ciudades-Estado
italianas, donde se desarrolla, y como consecuencia del florecimiento de la burguesía, el status de ciudadanía, hasta el límite de que los maestros de los gremios profesionales, que tenían capacidad económica para pagar
impuestos, podrán participar en los asuntos públicos.