Los primeros pobladores negros llegaron a Costa Rica en 1560, durante la conquista española, deportados como esclavos desde África y fueron ubicados mayormente en el área de Guanacaste y Cartago, donde se desempeñaban como esclavos en los ranchos ganaderos. La esclavitud desapareció en Centroamérica en 1824.
Posteriormente, en 1870, llegan al Caribe costarricense, cientos de jamaiquinos, quienes vinieron como trabajadores en la construcción del ferrocarril al Atlántico y escapando de la crisis económica que en ese momento afectaba a Jamaica. También trabajaban en las bananeras, y permanecían en la provincia de Limón, debido a que las leyes de ese entonces restringían la movilidad de la población negra por el resto del país. Esta condición derivó en la construcción de una identidad propia, costumbres, comidas, religión, música e idiomas que se conoce como cultura afrocaribeña y que aún perdura.
Después de la revolución de 1948 liderada por José Figueres Ferrer, la segregación racial fue abolida y a la totalidad de la población afrocostarricense se le dotó del voto y del derecho a ser electos.