La ética del siglo XXI supone que se debe de preservar al individuo de la ciencia y el Estado, y como se mencionó anteriormente, puede que se ejecuten habilidades cuestionables moralmente, pero a manera general, va de la mano con la parcialidad, voluntad y pensamiento neutral de la persona que lo ejerza. Se justifica por el desarrollo, pero se cuestiona por los fines benéficos y dañinos al mismo tiempo.