El autocuidado es una competencia fundamental, pero debe complementarse con la protección por parte del Estado y de las familias. Ambos tienen la obligación de proteger a la infancia de situaciones que pongan en riesgo su salud e integridad física, como el consumo de drogas, la pornografía, el maltrato, la explotación laboral y sexual, los trastornos alimenticios, los actos criminales, entre otros.