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EL SÍNDROME DE LA ADOLESCENCIA NORMAL
Estudiar la adolescencia, tan sólo como una característica social determinada sería realizar una abstracción muy parcial de todo un proceso humano
Pretender que el redespertar de la sexualidad en el nivel de madurez genital no es un fenómeno básico de la adolescencia en nuestro medio, sería como pretender que el proceso mismo de la civilización no acontece en la realidad
El problema de la adolescencia debe ser tomado como un proceso universal de cambio, de desprendimiento, pero que se teñirá con connotaciones externas peculiares de cada cultura que lo favorecerán o dificultarán, según las circunstancias.
Las luchas y rebeldías externas del adolescente no son más que los reflejos de los conflictos de dependencia infantil que íntimamente aún persisten.
“La etapa de la vida durante la cual el individuo busca establecer su identidad adulta, apoyándose en las primeras relaciones objetales-parentales internalizadas y verificando la realidad que el medio social le ofrece, mediante el uso de los elementos biofísicos en desarrollo a su disposición y que a su vez tienden a la estabilidad de la personalidad en un plano genital, lo que sólo es posible si se hace el duelo por la identidad infantil”
La normalidad se establece sobre las pautas de adaptación al medio, y que no significa sometimiento al mismo, sino más bien la capacidad de utilizar los dispositivos existentes para el logro de las satisfacciones básicas del individuos en una interacción permanente que busca modificar lo displacentero o lo inútil a través del logro de sustituciones para el individuo y la comunidad.
la adolescencia, más que una etapa estabilizada, es proceso, desarrollo, y que por lo tanto su aparente patología debe admitirse y comprenderse para ubicar sus desviaciones en el contexto de la realidad humana que nos rodea.
“sintomatología”
1 Búsqueda de sí mismo y de la identidad
2) tendencia grupal;
3) necesidad de intelectualizar y fantasear
4) crisis religiosas que pueden ir desde el ateísmo más intransigente hasta el misticismo más fervoroso
5) desubicación temporal, en donde el pensamiento adquiere las características del pensamiento primario
6) evolución sexual manifiesta que va desde el autoerotismo hasta la heterosexualidad genital adulta
7) actitud social reivindicadota con tendencias anti o asociales de diversa intensidad;
8) contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta, dominada por la acción, que constituye la forma de expresión conceptual más típica de este período de la vida
9) una separación progresiva de los padres
10) constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo.
La integración del yo se produce por la elaboración del duelo, por parte de si mismo y de sus objetos
durante la adolescencia cuando los seres humanos, como dicen Gallager y Harris55 “quieren desesperadamente ellos mismos”. Como estos mismos autores señalan, “ luchar por alcanzar la madurez no es lo mismo que ser maduro”.
Ya no se volverá a tener jamás el cuerpo infantil, aunque todo el proceso evolutivo esta jalonado de microduelos, aquí se inicia un duelo más evidente y significativo, al cual acompañarán los duelos por el rol y la identidad infantiles (junto con el duelo por la bisexualidad y por esos padres de la infancia a quienes tanto se les necesitaba y de los cuales se podía depender.
El grupo resulta útil para las disociaciones, proyecciones e identificaciones que siguen ocurriendo en el individuo, pero con características que difieren de las infantiles. Después de pasar por la experiencia grupal, el individuo podrá empezar a separarse de la “barra” y asumir su identidad adulta.
El conflicto de identidad en el adolescente normal adquiere en el psicópata la modalidad de una mala fe consciente, que lo lleva a expresiones de pensamiento de tipo cruel, desafectito, ridiculizante de los demás, como mecanismo de defensa frente a la culpa y al duelo por la infancia perdida que no puede ser elaborada”.
La necesidad de intelectualizar y fantasear se da como una de las formas típicas del pensamiento del adolescente
La necesidad que la realidad impone de renunciar al cuerpo, al rol y a los padres de la infancia, así como a la bisexualidad que acompañaba a la identidad infantil, enfrenta al adolescente con una vivencia de fracaso o de impotencia frente a la realidad externa.
En cuanto a la religiosidad, fenomenológicamente se observa que el adolescente puede manifestarse como un ateo exacerbado o como un místico muy fervoroso, como situaciones extremas.
El adolescente “quiere dudar, cavilar, quiere buscar, no decidirse...”
“Entre ambos extremos, misticismo exacerbado, ateísmo racionalista, es quizá oportuno señalar entre los adolescentes una muy frecuente posición: la del entusiasmo formal en contraposición con una indiferencia frente a los valores religiosos esenciales”.
El pensamiento del adolescente, frente a lo temporal como a lo espacial, adquiere características muy especiales.
Las modificaciones biológicas y el crecimiento corporal, incontrolables, son vividos como un fenómeno psicótico y psicotizante en el cuerpo.
Considero que es durante la adolescencia que la dimensión temporal va adquiriendo lentamente características discriminativas.
Aceptar la pérdida de la niñez significa aceptar la muerte de una parte del yo y sus objetos para poder ubicarlos en el pasado. En una elaboración patológica, este pasado puede amenzar con invadir al individuo, aniquilándolo.
Cuando éste puede reconocer un pasado y formular proyectos de futuro, con capacidad de espera y elaboración en el presente, supera gran parte de la problemática de la adolescencia
En la evolución del autoerotismo a la heterosexualidad que se observa en el adolescente, se puede describir un oscilar permanente entre la actividad de tipo masturbatorio y los comienzos del ejercicio genital
Se estima que de los 13 a los 20 años el 88 % de los varones y el 91 % de las niñas han ya tenido este tipo de actividad sexual y que prácticamente a los 21 años el 100 % de los muchachos ya han tenido esta experiencia
El primer episodio de enamoramiento ocurre en la adolescencia temprana y suele ser de gran intensidad
Se ha estimado que un 40 a un 60 % de los adolescentes realizan el acto sexual completo, de características genitales
La ausencia o déficit de la figura del padre va a ser la que va a determinar la fijación en la madre, y por lo tanto, va a ser tambien el origen de la homosexualidad, tanto del hombre como de la mujer.
Es durante la adolescencia, y como aspectos de la elaboración de la situación atípica, que pueden verse aspectos de conducta femeninos en el varón y masculinos en la niña, que son las expresiones de una bisexualidad no resuelta.
De acuerdo con mi experiencia, en la búsqueda de la definición genital el adolescente suele tener que pasar por períodos de homosexualidad, que pueden ser la expresión de una proyección de la bisexualidad perdida y anhelada
Tanto en esta homosexualidad normal y transitoria, como en la actividad genital previa, y la genital preparatoria para la genitalidad procreativa, el proceso masturbatorio está presente desde la temprana infancia hasta la adolescencia avanzada.
El adulto proyecta en el joven su propia incapacidad por controlar lo que está ocurriendo sociopolíticamente a su alrededor y trata entonces de desubicar al adolescente.
La juventud revolucionaria del mundo, y la nuestra en especial, tiene en sí el sentimiento místico de la necesidad del cambio social.
La intensidad y calidad de la angustia con que se maneja la relación con los padres y su separación de éstos, estará determinada por la forma en que se ha realizado y elaborado la fase genital previa de cada individuo,
El adolescente se refugia en sí mismo y en el mundo interno que ha ido formando durante su infancia preparándose para la acción y, a diferencia del psicópata, del neurótico o del psicótico, elabora y reconsidera constantemente sus vivencias y sus fracasos.
Los cambios de humor son típicos de la adolescencia y es preciso sobre la base de los mecanismos de proyección y de duelo por la pérdida de objetos que ya he descrito; al fallar estos intentos de elaboración, tales cambios de humor pueden aparecer como microcrisis maníacodepresivas.