Un ejemplo de pensamiento vertical y lateral podría ser el siguiente: imaginemos que estamos montando un mueble, para ello emplearíamos el pensamiento vertical, siguiendo los pasos indicados en las instrucciones. Sin embargo, imaginemos que de repente vemos que ya casi lo estamos finalizando y lo hemos montado mal, hemos perdido algunas piezas o algunas piezas se han roto. Frente a ello, utilizaríamos el pensamiento lateral, tratando de buscar una alterativa para finalizar el montaje, por ejemplo, cortando una pieza que no encaja en un sitio por falta de otra o buscando en casa alguna pieza que pueda sustituir la perdida.