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Dimensiones del crecimiento humano - Coggle Diagram
Dimensiones del crecimiento humano
El crecimiento intelectual
no se dirige solo al aumento cuantitativo de nuestros conocimientos, sino principalmente a que seamos capaces de dirigir y controlar las operaciones mentales.
Esta perspectiva se puede
articular, en una doble finalidad educativa:
la inteligencia practica
: a de ayudarnos a tratar con la realidad descubriendo posibilidades nuevas en ella.
la inteligencia teórica
: ha de proporcionarnos un conocimiento del mundo y de nosotros
mismos en él,
Se ha de procurar educativamente la adquisición de habilidades cognitivas relacionadas con las principales operaciones intelectuales:
la conceptualización, la universalización, la clasificación, la definición, el razonamiento inductivo y deductivo, y todo aquello en los diferentes ámbitos de operaciones intelectuales.
Es importante percibir cuáles son las habilidades que pueden ser desarrolladas con eficacia desde las distintas materias o disciplinas del curriculum, para saber distribuirlas bien a lo largo de la enseñanza formal y tener también en cuenta cuáles son las más adecuadas a cada etapa escolar.
R. J. Sternberg identifica tres tipos principales de
habilidades intelectuales:
la inteligencia analítica
(capacidad de describir con precisión los diversos aspectos de los problemas que se presentan en la vida real)
la experiencial o creativa
(capacidad de
resolver tareas novedosas)
la contextual o práctica
(capacidad de enfrentar el medio, bien para adaptarse a el, bien para modificarlo)
El quehacer educativo puede ayudar al desarrollo de estas habilidades operando sobre tres ejes básicos:
el manejo de las
tareas escolares, la autodisciplina y el sentido de responsabilidad, y la relación con los demás compañeros
El aprendizaje intelectual no puede reducirse a un amontonamiento de datos informes y caóticos, recibidos pasivamente por el sujeto.
Dimensión estético-afectiva
del desarrollo humano
La afectividad es una forma peculiar de percibir lo real como lo no indiferente, como algo que tiene que ver con nosotros, que nos involucra y vincula.
Los sentimientos, a su vez, son perturbaciones de la subjetividad en la que se da una conciencia sensible de las tendencias
según platón: En su origen, los sentimientos son irracionales, pero pueden ser armonizados con la razón y la voluntad, aunque para ello hay que someter su impulso inicial.
Hay que distinguir los sentimientos de la emoción.
Los estados emocionales más superficiales y
“volcánicos” pueden ayudar a detectar más fácilmente los sentimientos más profundos.
pero la emoción las “ganas” no debe ser tomada habitualmente como criterio de conducta.
El ámbito de la afectividad reviste una particular importancia formativa, ya que, por lo dicho, puede colaborar de una manera muy eficaz en el desarrollo de la persona.
La dimensión religiosa
y la cuestión por el sentido
El hombre solo puede satisfacer adecuadamente la cuestión religiosa por el sentido de su existencia.
buena parte de la firmeza existencial viene de como platee y de como resuelva la cuestión religiosa
El desarrollo de la dimensión religiosa del ser humano no puede ser olvidado sin dejar mutilado y deforme su crecimiento como persona. pero tiene características diferentes según la edad y el grado de maduración.
La religiosidad en los niños es espontánea, pues en ellos igualmente lo es el sentido de la dependencia, de manera que privarles de las categorías propias de lo religioso supone dificultarles vivir su misma condición infantil.
La existencia de una referencia religiosa es,
además, necesaria para una sólida fundamentación del deber moral.
El crecimiento moral
la posibilidad de la educación moral viene dada por el hecho de que la educación es de suyo una tarea moral.
La legitimidad de la educación moral no depende de la validez del código ético que se proponga, sino del compromiso, por parte del educador, de buscar sinceramente la verdad y el bien, supeditando cualquier otro interés al de la promoción de la plenitud personal del educando.
las razones que abandonan la necesidad de una educación moral son:
a) El hombre necesita aprender a ser lo que es. Ser hombre no es un acontecimiento puramente biológico, en el cual el propio hombre no haya de tener iniciativa alguna.
b) Especialmente en determinadas etapas del desarrollo personal, el educando necesita referencias de tipo moral para diseñar el propio proyecto vital, y modelos que lo estimulen a ejecutarlo.
No cabe confundir la educación moral con la enseñanza de la ética, si bien distinguir ambas cosas no implica separarlas, como a veces se ha malinterpretado
ningún profesor puede verse ajeno a la labor de educar moralmente a sus alumnos, aunque su compromiso en ella dependa de muchas circunstancias.
Dimensión cívica
o social del desarrollo de la persona
Según la primera acepción, la paideía sería el cultivo de las llamadas “artes liberales”, así como el resultado de ese cultivo.
las artes (o saberes) liberales que constituyen el bagaje cultural del ciudadano libre, dicho de otra forma el contenido de una cultura liberal. Dichos saberes son los que hoy denominamos “humanidades”,
la actitud del ciudadano hacia el hombre y lo humano es característica del hombre auténticamente libre
El segundo sentido que vamos a considerar aquí
es el que se refiere a la formación cívica y moral del ciudadano (hombre libre).
A partir de Sócrates se planteará la libertad como un
tema también moral, y así, la paideía pasará a significar la formación cívica y moral del ciudadano.
Con todo, perdura la idea de que la democracia
requiere la extensión de los bienes de la cultura al mayor número posible de personas.
cabría subrayar la
necesidad de que todos tengan la suficiente preparación para intervenir significativamente en la resolución de los problemas que afectan a la comunidad
La conexión entre educación moral y cívica
puede verse en que los valores sociales y cívicos,
en último término, solo son realizables apelando a la capacidad moral del ciudadano.
Si se marginan los
criterios éticos, se corre el riesgo de introducir la
educación cívica en el discurso de la mera adaptación a “lo que hay.