Templos y claustros

Los rostros de la iglesia

Existían un gran número de templos y conventos de la ciudad, lo bellamente decorados y la riqueza que poseían.

Los miembros del aparato eclesiástico poseían un fuerte sentimiento de partencia estamental reforzado por diversos privilegios

Las instancias eclesiásticas contaban con un gran poder político y económico.

Los franciscanos casi nunca aceptaron propiedades.

Las ordenes religiosas organizaban su estructura económica en base a un convento.

La iglesia tenia una extraordinaria importancia social.

Casi el 10 % de su población española alcanzaban alrededor de 4mil personas.

Los templos y el clero secular

Los colegios jesuíticos y la universidad

Los hospitales

Claustros para mujeres

El templo era sin duda el de mayor actividad e incidencia en la vida social, ámbito de convivencia y de relaciones.

Todo dinero recabado se mandaba a España para subvencionar en teoría, la guerra que el rey católico hacía contra los turcos.

En los grandes conventos mendicantes de la ciudad de México llegaron a habitar hasta 200 personas.

Destacaban el de San Buenaventura, en Tlatelolco, de los franciscanos, el de Portacoelli de los dominicos, el de San Pablo de los agustinos y el de Bethlem.

Lo que motivó la fundación del Seminario Conciliar fue básicamente la educación religiosa.

Las universidades participaban en todas las fiestas públicas de la ciudad, que junto con las religiosas y los cuarenta días de vacaciones obligatoria.

La mitad de los hospitales eran atendidos por órdenes religiosas especializadas.

El único hospital de enfermos mentales fue el del Hospital de San Hipólito.

Era frecuente que muchos pobres cayeran de nueva cuenta enfermos por la falta de fuerzas y murieran de hambre por no poder trabajar.

Los conventos novohispanos albergaron a una gran cantidad de mujeres de todas las clases sociales y etnias; los habitaron monjas concepcionistas, clarisas (franciscanas), agustinas, dominicas, capuchinas y carmelitas, entre otras órdenes religiosas.

Las novicias ricas salían del monasterio a su casa donde se les vestía con joyas, encajes, cirios y flores para ser paseadas por la ciudad; acompañadas de música y cantos

El aumento de celdas privadas y colectivas, de los noviciados y de las areas comunes hizo necesaria la expansión de los espacios monacales