CAPÍTULO IV TEMPLOS Y CLAUSTROS SAN HIPÓLITO (San Hipólito)

Los rostros de la Iglesia

El gran número de templos y conventos de la ciudad, lo bellamente decorados y la riqueza que poseían.

Los miembros del aparato eclesiástico poseían un fuerte sentimiento de pertenencia estamental.

Son el testimonio de la trascendencia que tuvo la Iglesia en la sociedad virreinal.

Reforzado por una serie de privilegios, como la exención tributaria, el derecho a ser juzgados por tribunales especiales.

El orden social, considerado como divino, separaba a los habitantes en clérigos y laicos y los primeros eran superiores por ser representantes de Dios.

Existían dentro de ella el clero secular y el clero regular.

El primero que vivía en el saeculum, dependía directamente de los obispos y estaba formado por el Cabildo de la Catedral y por los sacerdotes.

Se insistió en que la ordenación sacerdotal se debía hacer solo si el individuo demostraba tener un ingreso económico vitalicio.

El clero regular habitaba en conventos, bajo una regla y estaba formado por diversas órdenes religiosas.

Las órdenes de mujeres no eran consideradas parte del clero por su género, estaban sometidas a reglas monacales.

Las monjas vivían perpetuamente encerradas, mientras que los sacerdotes podían salir a la calle.

Las instituciones eclesiásticas tenían algo en común: si importancia ideológica, sobre la educación, obras de beneficencia y medios masivos de difusión.

La Iglesia cumplía funciones que están en la actualidad en manos del Estado.

Los órganos eclesiásticos eran los principales consumidores de bienes suntuarios, gracias a ellos se sostenían importantes sectores medios y modestos urbanos.

En los siglos XVI y XVII, el estamento eclesiástico novohispano estuvo formado por blancos, se prohibió la entrada a indígenas, mestizos y mulatos.

Los templos y el clero secular

El templo era sin duda el de mayor actividad e incidencia en la vida social, ámbito de convivencia y de relaciones.

Arte barroco: dioses griegos, santos cristianos.

El sermón era un medio para difundir las noticias que llegaban de Europa, para informar las rebeliones indígenas o ataques de piratas, para crear opinión pública, para cuestionar o alabar el comportamiento de las autoridades, etc.

El dinero recabado se mandaba a España para subvencionar la guerra que el rey católico hacía contra los turcos.

La gran difusión del tema del purgatorio muestra una Iglesia interesada en promover la idea de un Dios benévolo y salvador.

La iglesia era vista como un teatro y muchos oradores utilizaban técnicas dramáticas para atraer la atención del público.

Los días de fiesta las iglesias estaban repletas de fieles que se acomodaban en las naves de acuerdo con su posición social.

Se realizaron levantamiento de padrones anuales de casi todas las personas que habitaban en cada hogar.

El centro de esta política fue la Catedral, el templo más importante de la ciudad, sede del arzobispado y cabeza de todas las iglesias de la Nueva España.

El cabildo catedralicio, convirtieron a los miembros de ese cuerpo colegiado en los mecenas y principales promotores de las obras artísticas de la Catedral.

El estilo de vida de los integrantes de la iglesia.

Los conventos masculinos.

En la ciudad de México desarrollaban su actividad doce órdenes religiosas masculinas

A fines del siglo XVI era práctica común la recepción de frailes mestizos y mulatos en las provincias mendicantes.

Era mandato real y pontificio la obligación de alternar a los frailes peninsulares y a los criollos en los puestos directivos de las provincias.

Los cargos priorales y provinciales eran vendidos al mejor postor por un poderoso fraile con fuertes vínculos de la corte virreinal.

Pobreza, castidad y obediencia.

Los hermanos legos por su condición social o por su capacidad intelectual no podían aspirar a otro estatus.

La vida de un fraile sacerdote estaba regulada en cada una de las horas del día.

En teoría todos los religiosos eran iguales, en la práctica existía una serie de distinciones derivada de la condición social de su familia.

El convento era un espejo de una sociedad cortesana, distinciones jerárquicas y por etiquetas.

Las únicas personas que tenían vedada la entrada a los conventos eran las mujeres por su carácter de seres que traían tentación, las hacía peligrosas para la castidad de los frailes.

Muchos frailes se destacaron por sus actividades en la vida política y cultural de la Nueva España.

Los colegios jesuíticos y la universidad.

La educación constituía para los jóvenes el principal medio para obtener nobleza.

La virtud y la erudición aportada por la Compañía podían suplirla con un nuevo tipo de nobleza conseguida con el conocimiento escolástico.

Para los jesuitas la educación moral y religiosa era más importante que la transmisión de conocimientos.

La finalidad básicamente religiosa de la educación fue motivo dela fundación del seminario conciliar para la instrucción teológica.

El prestigio y los privilegios que suponía ser catedrático de la universidad no solo redituaban beneficios sociales sino a las corporaciones a las que pertenecía.

El acceso a las mujeres estaba vedado para la educación superior, de ahí que Sor Juana amante del saber fantaseara con vestirse de hombre para poder estudiar.

Los hospitales

A fines del siglo XVII la ciudad de México contaba con once hospitales.

Todas estas instituciones tenían como finalidad primordial la atención de los grupos marginados.

La mitad de esos hospitales eran atendidos por órdenes religiosas especializadas cuyos miembros hacían un voto de hospitalidad.

El más antiguo, el de la Inmaculada Concepción, fue fundado por Hernán Cortés para los españoles pobres.

Era frecuente que muchos pobres que eran dados de alta en un hospital cayeran de nueva cuenta enfermos por la falta de fuerzas y murieran de hambre.

Todos los hospitales funcionaron gracias a las limosnas que les concedían los arzobispos, las cofradías y los señores poderosos.

El aspecto moral y religioso dentro de etas instituciones se consideraba un elemento básico de la vida cotidiana y formó parte de su reglamentación.

Se ejercía la curación por medio de amuletos, ensalmos, y oraciones, se buscaba la intercesión de los santos, de sus reliquias, etc.

Claustros para mujeres

La mujer era considerada como un ser débil, y peligroso que debía estar sometida a la autoridad masculina.

Su encerramiento para los moralistas fue el único medio para protegerla y para evitar a los varones las tentaciones que conllevaban su presencia y su cuerpo.

La iglesia creo tres instituciones de claustro para mujeres: los recogimientos, los orfanatos y los monasterios de religiosas.

El hospicio de la Misericordia existía como una casa correccional para prostitutas, encerradas ahí contra su voluntad.

Hacía fines del siglo XVII funcionaban en la capital 17 monasterios de monjas.

La principal virtud de una buena monja era el recato correspondiente a ver, hablar, reír y andar.

La oración era el centro de la vida religiosa.

Toda la vida comunitaria estaba regulada por la abadesa o priora, elegida por las religiosas en un capítulo trienal.

Mientras Sor Juana escribiera poesía y teatro, nada se le podía imputar, pero al meterse en terrenos de hombres como la teología sobrepasaba el límite permitido a las mujeres.
Tuvo que vender su biblioteca y renunciar a escribir.