Uruguay fue el sexto país en el mundo y el primero en América Latina en garantizar el derecho al voto de la mujer en forma plena. Hay que tener en cuenta que en el plano internacional, el derecho de la mujer al sufragio fue reconocido recién en 1948 a través de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en su artículo 21 manifiesta que “toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país”. La historia del voto femenino en Uruguay, marca que el 3 de julio de 1927 en la localidad de Cerro Chato se produjo el primer sufragio de una mujer en toda América Latina. La votación llevada a cabo en ese lugar se debió a un plebiscito local, con el propósito de decidir la integración de la localidad de Cerro Chato a uno de los tres departamentos que se la disputaban: Florida, Durazno, y Treinta y Tres. El Presidente José Batlle y Ordóñez —gran responsable de la implementación de varios derechos sociales, laborales y en favor de la mujer por primera vez en todo el continente— fue el gran impulsor de la Constitución de 1917, donde se estableció que las mujeres tenían el derecho de votar. En 1932 el Parlamento nacional aprobó la ley que permitía a las mujeres elegir a sus representantes y además ser electas para cargos públicos. De todas maneras, faltarían varios años más antes de que las mujeres pudieran participar en una elección nacional, lo cual sucedió el 27 de marzo de 1938.