PSICOLOGÍA SOCIAL Y COMUNITARIA
Esta psicología comunitaria surge como el esfuerzo coincidente curiosamente paralelo, de diversos grupos de psicólogos latinoamericanos y de otros profesionales de las ciencias sociales, que comienzan a enfrentar una serie de problemas que surgen en una realidad muy concreta: el subdesarrollo de América Latina, la dependencia de los países que integran la región.
Origen
Aunque existen raíces y precedentes, la PC (Psicología Comunitaria) cristaliza institucional y académicamente en Estados Unidos, en la década 1960-70, ligada al campo de salud mental (SM).
También en Norteamérica como hemos visto, se plantea una Psicología Comunitaria, pero su orientación es predominantemente la de una psicología para la Salud Mental Comunitaria, o como una rama de la Psicología Clínica.
Objetivos
• Salud mental positiva (Jahoda, l958; véase también Sánchez, 1988) que pretende trascender los conceptos médicos de base (enfermedad) a través de su complemento positivo, la salud.
• Calidad de vida cercana al concepto anterior, pero enfatizando los componentes subjetivos y cualitativos, dinámicos y cotidianos, frente a los meramente cuantitativos, objetivos y estructurales, así como los aspectos ecológico-ambientales y su percepción psicológica.
• Competencia, una idea en principio individual y de procedencia netamente anglosajona que subraya el crecimiento a través de la acción y dominio del entorno, frente a la autorrealización y la afinación social.
• Otras dos ideas emergentes como objetivos serían la del sentido (o sentimiento) psicológico de comunidad o pertenencia e interdependencia social (Sarason) y la de dotación de poder o fortalecimiento (empowerment) propuesta por Rappaport y centrada directamente en el poder, real y percibido, de controlar la propia vida y la del entorno social que nos codetermina. Este objetivo de fortalecimiento pretende ser una alternativa diferenciada a las metas deficitarias (prevención) y centradas en la salud, situando el quehacer comunitario en torno al eje formado por el poder psicológico y político y sus relaciones.
En lo teórico
El discurso sobre lo teórico en la PSC (Psicología Social Comunitaria) engloba como meta la producción paradigmática de teorías, modelos y conceptualizaciones como guías de las acciones de la PSC; sus características incluyen la confluencia de saberes científicos y del sentido común y la vinculación entre teoría y praxis y la interdisciplinariedad.
En lo metodológico
Las metodologías participantes, particularmente la Investigación Acción Participativa (IAP), son privilegiadas en el discurso de la PSC por su potencial de contribuir a construir conocimientos relevantes a los problemas que le atañen y a modificar las condiciones que los suscitaron. Para ello, la participación comunitaria en actividades de investigación, reflexión y acción, junto a profesionales y demás implicados, es indispensable.
El compromiso social
Esta sección incorpora características, valores y metas vinculadas a los lugares y actores que conforman la comunidad, sus procesos y logros, o sea, el dónde y quién/es, cómo y para qué de la PSC.
La comunidad
Una característica distintiva de la PSC corresponde a los actores y lugares que conforman una comunidad. A pesar de la ambigüedad y complejidad en las múltiples acepciones y usos del término en la PSC (Rodríguez & Montenegro, en prensa), lo común es la referencia a un sujeto social, a un colectivo cuyas carencias socioculturales y económicas tienen un correlato espacial.
Los actores comunitarios
Si en algo existe correspondencia entre discurso y acción, es sobre el sustantivo y adjetivo de los actores a los que se dedica la PSC: comunidades en situación de desventaja. Este acuerdo no deja de lado algunas inconsistencias que se expresan en la acción comunitaria y obligan a redirigir la mirada hacia las concepciones (ontología) y aproximaciones (epistemología) a la comunidad. Nos referimos a las tensiones individuo-colectivo, a los límites de la inclusión comunitaria, las variantes de actores y las concepciones sobre sí mismos y los otros.
Los límites de la inclusión: En segundo lugar, los reportes no parecen incluir a todos los que son, lo cual interroga el cumplimiento de este valor. Es así como se tiende a llamar „comunidad‟ a las personas con las que solemos trabajar de la PSC, sugiriendo que este número variable de participantes agota ese colectivo. Al generalizar de este modo, invisibilizamos miembros de la comunidad que no participan, voces silentes o disidentes del liderazgo.
Entre individuos y colectivos: El componente humano característico de la PSC es social, debido al interés de atender problemas que afectan a colectivos. Este desplazamiento de la mirada psicológica individual a la social-comunitaria adopta como valores la inclusión, la diversidad de experiencias, saberes y demás recursos y las relaciones horizontales de poder. En este punto llama la atención el reporte de experiencias con individuos en nuestra producción.
Los agentes externos y sus variantes
Las comunidades raramente permanecen aisladas socialmente. Sus vínculos con el “afuera” y las incursiones político partidistas, religiosas, académicas, de organizaciones no gubernamentales en su interior, irrumpen con sus modalidades de permanencia y actividad, en la cotidianidad comunitaria.
La relación profesional-comunidad: El compromiso con las comunidades es un valor con respecto al vínculo entre profesionales con aquellas. Sin embargo, las formas de interpretarlo y actuarlo, desde ambos lados, no está exento de dificultades.
Las y los profesionales de la PSC y la autoexclusión: El último aspecto a ventilar sobre los actores, refiere a nuestro posicionamiento profesional. Nuestros valores de justicia y equidad involucran subjetividades comprometidas, como lo postulan enfoques construccionistas críticos (Wiesenfeld, 2000b). Pero paradójicamente, hemos estado ausentes de nuestros propios reportes (Goncalves, 2003).
Los lugares comunitarios y sus límites
La complejidad del término comunidad también tiene que ver con su componente ambiental. Una tendencia de la PSC ha sido trabajar con comunidades residenciales, geográficamente delimitadas, a escala micro y local o con entidades ubicadas dentro de sus límites (dispensarios, centros religiosos, educativos, etc.).
Los procesos psicosociales comunitarios
Los procesos psicosociales comunitarios constituyen otra característica distintiva de la disciplina. Entre ellos, la participación comunitaria ocupa un lugar protagónico.
La participación comunitaria y su vínculo con la PSC
La participación comunitaria ha sido y sigue siendo pilar fundamental del quehacer psicosocial comunitario. Es concebida como medio y/o fin, característica, valor y recurso (metodológico, teórico, aplicado, político, ético) de la disciplina (Arango, 2007; Sánchez, 2000). También se concibe como eje fundamental y fuente de conocimiento para la disciplina (Montero & Gonçalves, 2011) o incluso se toma como una característica ontológica de la misma, al concebir al ser humano como producto y productor de su historia (Freitas, 2011; Martín-Baró, 1987) con capacidades para incidir activamente en sus procesos de transformación social (Serrano-García & Vargas, 1993; Wiesenfeld & Sánchez, 1995).
Participación y políticas públicas
Aunque históricamente los gobiernos latinoamericanos han incorporado la participación comunitaria en sus políticas gubernamentales, en la práctica, las relaciones entre Estado y comunidades han sido conflictivas. El poder político ha limitado la auténtica participación comunitaria (Jiménez–Domínguez, 2008) mediante mecanismos de control, opresión, tutelaje, cooptación, asistencialismo, clientelismo, burocracia, etc. Tales mecanismos han atentado contra la formulación e implementación de políticas favorables a las comunidades, con participación de aquellas e interferido con cambios trascendentales (Alfaro, 2007; Krause et al., 2009; Wiesenfeld & Sánchez, 2012a, 2012b; Winkler et al., 2010).
Los logros sociales de la PSC
Serrano-García y Vargas (1993) mencionan que, con las intervenciones, las comunidades resuelven problemas inmediatos, fortalecen sus organizaciones; participan en diversas actividades académicas y amplían su comprensión sobre la realidad, reconociendo sus recursos para incidir en ella y resignificando sus problemas como colectivos.